La atmósfera cambió dramáticamente. Los aplausos se detuvieron abruptamente. Se escuchó un pequeño ruido. Y entonces, espontáneamente, sin previo aviso o planificación, 40.000 personas comenzaron a cantar a gritos:

"¡Encarcélenlo! ¡Encarcélenlo!"

¿Donald Trump estaba siendo juzgado? ¿Donald Trump tras las rejas? Eso es exactamente lo que más lo horroriza. Y eso explica, más que nada, por qué Trump no sólo se niega a conceder a Joe Biden sino que hace todo lo posible por anular los resultados de las elecciones. Porque sabe que quedarse en la Casa Blanca es la única manera de mantenerse fuera de la cárcel. Tanto a nivel federal como estatal, Trump está en grave peligro legal.

Sabemos de los crímenes federales que lo hacen vulnerable a ser procesado. Intentar sobornar al presidente de Ucrania para que inicie una investigación sobre el exvicepresidente Joe Biden. Aunque sus compañeros republicanos del Senado no lo condenaron por ello, sigue siendo un crimen. Obstruir la justicia tratando de socavar una investigación del Departamento de Justicia. A pesar de que el irresponsable Robert Mueller no le acusó de ello, sigue siendo un delito federal. Aceptar dinero de gobiernos extranjeros a través de sus hoteles y clubes de golf. Una violación de la Ley de Emolumentos, aunque su fiscal general lameculos le permite salirse con la suya.

¿Y qué? Como algunos señalan, Trump no dudaría en convertirse en el primer presidente en concederse a sí mismo un perdón. O, si se le presiona, renunciar a la presidencia para que el perrito faldero Mike Pence pueda perdonarlo. Pero, por supuesto, eso sólo lo protegería de ser procesado por crímenes federales. También hay una serie de crímenes estatales que lo incriminan, principalmente en el estado de Nueva York.

Empezando por el acoso sexual. Desde la década de 1970, 26 mujeres han acusado a Donald Trump de "contacto sexual no deseado". Dos demandas de mujeres contra Donald Trump se están abriendo paso activamente en los tribunales del estado de Nueva York: una de E. Jean Carroll, que acusa a Trump de violarla en un camerino de Bergdorf Goodman; una segunda de la ex concursante del "Aprendiz", Summer Zervos, que demanda a Trump por difamación y por acusarla de mentir sobre su abuso sexual.

Aún más serias son las investigaciones que están llevando a cabo la Fiscal General de Nueva York, Letitia James, y el Fiscal de Distrito de Manhattan, Cyrus Vance, sobre lo que la oficina de Vance describe como "una conducta criminal potencialmente extendida y prolongada" en la Organización Trump, incluyendo: pagos ilegales de campaña a la estrella pornográfica Stormy Daniels, lavado de dinero y fraude fiscal y bancario, donde, según el abogado personal de Trump, Michael Cohen, Trump infló su patrimonio neto al solicitar préstamos a los bancos, pero lo desinfló para no pagar impuestos. Lo más preocupante es que los tribunales recientemente le dieron a Vance acceso a las declaraciones de impuestos de Trump.

Trump está estancado en un fango legal. Hasta ahora, ha sido capaz de patinar con libertad, gracias a un complaciente Departamento de Justicia y a un cobarde Congreso. Pero ese capullo protector desaparecerá el 20 de enero. Entonces la verdadera pregunta es: ¿Qué hará el Presidente Joe Biden al respecto?

Biden dice que quiere "curar al país". Pero, como advierte el congresista Bill Pascrell (D-N.J.), no procesar a Trump "envalentonaría la criminalidad de nuestros líderes nacionales". Biden debe saber que América nunca "sanará" hasta que Donald Trump sea considerado responsable de sus crímenes.