El Colegio Electoral consta de 538 votos distribuidos entre los 50 estados y Washington, D.C. Para llegar a la presidencia, un candidato debe ganar la mayoría de estos votos, siendo 270 el mínimo absoluto.

Pero 538 es un número par, lo que significa que podría haber un escenario en el que ambos candidatos reciban 269 votos electorales. En ese resultado, el voto iría a la Cámara de Representantes de los EE.UU. para romper el empate.

A diferencia del número de votos electorales, hay 435 miembros en la Cámara de Representantes de los EE.UU., lo que significa que se garantiza una mayoría de votos. Sin embargo, cada estado, y no cada representante, obtiene un voto, basado en la mayoría del partido.

Así, por ejemplo, un voto entre los representantes estadounidenses de Maryland -que tiene siete demócratas y un republicano- iría al candidato demócrata. Un voto entre los representantes de Florida, que tiene 13 demócratas y 14 republicanos, sería para el candidato republicano.

Los críticos dicen que este sistema es enormemente desproporcionado dado que los 10 estados más grandes, que tienen la mitad de la población, obtendrían el 20% del voto mientras que los 40 estados restantes, con menos de la mitad de la población, obtendrían el 80% del voto.

Un empate en el colegio electoral, y mucho menos que el presidente de la Cámara se convierta en presidente en funciones, es muy poco probable que ocurra. Pero un empate electoral ocurrió en 1800, durante las elecciones presidenciales entre Thomas Jefferson y Aaron Burr. Cada uno de los candidatos recibió 73 votos electorales. (Había menos estados en ese momento).