Este domingo, los fuertes enfrentamientos en Nagorno-Karabaj hicieron temer que la controversia se convirtiera una vez más en una guerra total.

Décadas en tensión

La situación de la región ha sido objeto de controversia al menos desde 1918, cuando Armenia y Azerbaiyán se independizaron del imperio ruso.

A principios del decenio de 1920, se impuso el dominio soviético en el Cáucaso meridional y Nagorno-Karabaj, de población predominantemente armenia, pasó a ser una región autónoma dentro de la entonces república soviética de Azerbaiyán, y la mayoría de las decisiones se adoptaron en Moscú.

Pero décadas más tarde, cuando la Unión Soviética empezó a desmoronarse, se hizo evidente que Nagorno-Karabaj quedaría bajo el dominio directo del gobierno de la capital azerbaiyana, Bakú. La etnia armenia no lo aceptó.

En 1988, la asamblea legislativa de Nagorno-Karabaj votó a favor de la adhesión a la república armenia, una exigencia a la que se opusieron firmemente tanto el Gobierno soviético de Azerbaiyán como Moscú.

Tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, los separatistas armenios respaldados por Ereván se apoderaron del territorio, en el que vivía una importante minoría azerbaiyana, así como de siete distritos azerbaiyanos adyacentes.

Al menos 30.000 personas murieron y cientos de miles se vieron obligadas a abandonar sus hogares en los combates.

A pesar de un cese al fuego acordado en 1994 con mediación internacional, las negociaciones de paz se han estancado y con frecuencia se producen enfrentamientos en torno a Nagorno-Karabaj y a lo largo de la frontera entre Azerbaiyán y Armenia.

En abril de 2016, docenas de personas de ambos lados murieron en los combates más graves que se han producido en Nagorno-Karabaj en años.

Los últimos enfrentamientos del domingo también dejaron bajas en ambos lados, incluidos civiles.

Se produjo un estallido a lo largo de la frontera entre Azerbaiyán y Armenia en julio, en el que murieron al menos 17 soldados de ambos lados.

El prolongado conflicto ha preocupado a la comunidad internacional en parte debido a la amenaza que supone para la estabilidad de una región que sirve de corredor para los oleoductos y gasoductos que llevan el petróleo y el gas a los mercados mundiales.